martes, 4 de agosto de 2020

LECCIÓN 6. ALTAR DE LOS HOLOCAUSTOS 3

LECTURA BÍBLICA: Éxodo 29: 37 - 41
Comentario Bíblico Adventista [Exo_29:37] 


Siete días.

Toda la ceremonia de consagración debía repetirse siete veces, tanto para los sacerdotes como para el altar. 

Santísimo.

Literalmente, "santo de santos", para indicar la gran santidad del altar (Exo_40:10). Por lo tanto  cualquiera cosa" que lo "tocare", "será", o debía ser, "santificada".

A la caída de la tarde.

Literalmente, entre las dos tardes” (ver com. Exo_12:6). Aunque el sacrificio diario, de mañana y de tarde, obligatorio aun en el gran día de la expiación, era ofrecido por la nación, también tenía un propósito bien definido en beneficio de cada israelita. Cuando finalmente se hubo instalado el Servicio del santuario en Jerusalén, Dios mandó que en adelante todos los sacrificios debían ser llevados allá, y que los sacerdotes sólo debían oficiar en el altar. Aunque de este modo se centralizaba el culto y se lograba la uniformidad, y esto era útil, se creaban ciertos problemas para los que vivían en lugares distantes del santuario. Un viaje desde Galilea hasta Jerusalén podía llevar varios días, especialmente si se llevaba el animal para el sacrificio. En su viaje de regreso a casa, el hombre podía pecar de nuevo, y podía necesitar hacer otro viaje al templo. Por supuesto, esto era impracticable. Para una persona, el sacrificio diario, de mañana y de tarde, ofrecía una feliz solución.

Los animales que debían ser usados como sacrificio diario eran comprados con dinero aportado por todo el pueblo. Todas las mañanas se ofrecía en el altar del holocausto un cordero en favor de toda la nación, y a la tarde se repetía el mismo servicio. Este holocausto proporcionaba expiación temporaria y provisoria para la nación, hasta tanto el pecador pudiese comparecer, llevando su propio sacrificio. 

Estos sacrificios nacionales tenían el mismo propósito en beneficio de la nación que los sacrificios ofrecidos por Job, quien decía: “Quizá habrán pecado mis hijos, y habrán blasfemado contra Dios en sus corazones” (Job_1:5). Job no sabía si sus hijos habían pecado. Pero existía la posibilidad de que así lo hubieran hecho. Por lo tanto, a fin de “cubrirlos” hasta que pudieseis ofrecer sus propios sacrificios, Job actuaba en lugar de ellos. De la misma manera, el holocausto diario, ofrecido por la nación, protegía a Israel hasta que cada uno pudiese traer su ofrenda individual. El Talmud enseña que el sacrificio matutino expiaba los pecados cometidos durante la noche, y el sacrificio vespertino, los pecados del día.

Los holocaustos diarios eran quemados en el altar, pero con fuego lento, para que un sacrificio durara hasta que fuese colocado el próximo (Lev_6:9). El sacrificio vespertino duraba hasta la mañana, y el sacrificio matutino duraba hasta la tarde. De este modo, siempre había una víctima sobre el altar para proporcionar expiación provisoria y temporaria para Israel. Cuando un hombre pecaba, aunque no pudiese comparecer inmediatamente en el santuario, o aun por semanas y meses, sabía que había un sacrificio sobre el altar que se consumía en su favor, y que él estaba “protegido” hasta que pudiese presentar su propia ofrenda y confirmar su arrepentimiento.

Autoevaluación:

1. ¿Qué sería para nosotros hoy los sacrificios de “tarde y mañana”? Explica tu respuesta

No hay comentarios:

Publicar un comentario